viernes, 16 de junio de 2017





 La señorita Cora

“Yo voy a ser Cora para vos, solamente para vos”. Al escuchar esas palabras decidí que no podía seguir ahí. Viendo al niño, y la actitud protectora que había tomado la enfermera con él le transmitió perfectamente lo que estaba pasando. Al niño no le quedaba mucho en ese lugar. El pequeño lo sabía, Cora lo sabía, yo mismo lo sabía. Hice mi camino hacia la sala de espera, dónde la madre con sus ojos cansados descansaban en un sillón. Apenas puse pie en el lugar sus ojos se desviaron del suelo y se dirigieron directamente a mí. Yo sabía que mi expresión no sería de ocultar nada y al dar yo un suspiro, la madre se levantó deprisa y caminó a paso rápido para posarse al lado mío. En el momento en el que iba a comenzar a contarle la situación de su hijo la puerta se abrió repentinamente: Cora, con la respiración acelerada y mejillas mojadas había entrado a la sala.
Se ve en el micro-cuento anterior una perspectiva distinta a la cual el texto original termina. En vez de ser Cora quien narra, es el médico del caso, que no tiene un rol principal en la obra de Cortázar. La focalización sigue siendo la misma, pero aquí no se aplica la narración múltiple.
 El hecho de que el narrador de este fragmento decida irse y no intervenir en la situación entre Cora y Pablo (el niño enfermo), dice mucho de la visión de mundo que se presenta en el texto. Aunque no está muy bien visto la cercanía que tiene la enfermera con su paciente, no se hace un escándalo por esto. Sin embargo, probablemente sería muy diferente si Cora en vez de mujer fuera hombre, y Pablo en vez de niño fuera niña. Si este fuera el caso, probablemente el personaje habría interrumpido en la habitación para parar la situación que se estaba desarrollando.

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